miércoles, 8 de septiembre de 2010

(domingo 8/ madrugada)




Desnudo, tiritaba de frío, a punto de amanecer. Las luces de Reforma entraban por las ventanas y alumbraban nuestros cuerpos. Sonidos ausentes, sólo una respiración en mi espalda. Voltee; tu desnudez llamó mi atención… descansabas tranquilo, tus muslos trataban de ser alcanzados por las sábanas pero quedaron en el camino, casi  en el suelo.

La piel pintada en azul metálico por la luz fría; tu pene quedó enmarcado por la sombras que provocaban la posición de las piernas. Observaba los detalles que parecían haber sido bordados en el tórax, el cuello liso, la nariz recta que sutilmente subía en la punta, los labios frágiles y delgados, los ojos profundos, el cuerpo terso y lampiño.

Besé tu cuello y no me resistí a acariciar la luz cyan del amanecer que te teñía la piel, mis manos rodearon tus piernas y subieron por los glúteos. Despertó.

Tus piernas se enredaron  en mi espalda, te tomé con fuerza por la cintura, subiste en mí. Mi deseo se infiltró entre tu pelvis, marcaste el ritmo. Gemiste, yo sudaba; besaste mi pecho… el sol aguardó 20 minutos antes de sorprendernos.






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