jueves, 20 de octubre de 2011

Instantánea II


Las luces naranjas de mi auto parecen somnolientas, no están encendidas pero tampoco fundidas. La batería esta agotada y me he quedado justo afuera de mi oficina.

Mi celular replica, mientras se queda sin energía. Llamo al seguro antes de que sea tarde, dicen llegar lo antes posible dependiendo del tráfico.

¡Pero son las 12 de la noche! Respondí enérgico a la operadora. Apenado accedo, sin remedio.
Antes de la 1 llega un auto pequeño en sentido contrario, le hago señas. Bajo enseguida del auto, hay un hombre robusto ya frente al cofre y otro más joven que descarga algo del asiento trasero.

¿¡¡Dejó algo prendido güero!!? Me pregunta el hombre robusto, le digo que no recuerdo. Mientras el otro joven se agacha para acomodar la batería que conectaran a mi auto.

Lo miro con atención, su suéter se levanta asomando su espalda morena, el joven es de buena forma. Fijo mis ojos en sus nalgas, mientras maniobra muestra el resorte de una trusa azul, se agacha un poco más y la línea que divide sus dos abultados glúteos me ponen nervioso. Levanto la mirada por un instante.

Imagino como sería estar abrazado a él, mientras mi mano baja por la espalda a sus nalgas por debajo del pantalón tocar la tela de su trusa y llevar mi mando dentro de ella. 
Güero ¿ puedes encender tu auto?



viernes, 1 de julio de 2011

Aniversario (marzo)



No recuerdo su nombre, ni si quiera tengo la certeza de haber preguntado. Recuerdo que era mayor que yo, como de unos 35 años, con pinta de contador o abogado que había salido de un gimnasio después de su jornada laboral. Con una sudadera gris, unos pans azules y una gorra hacia atrás.
Su auto ya había dado 2 vueltas, me acechaba. Esa noche después de 25 minutos de caminar por esas calles, yo ya estaba casi harto. Esperé a que el semáforo se tornara a rojo para cruzar la calle un auto se detuvo delante de mí.

-Hola ¿quieres venir? Antes de que el vidrio bajara por completo.

Asentí con la cabeza y subí al auto. Unas calles después detuvo el auto en una esquina,  la luz de la calle parpadeaba, luchando por no apagarse. Me sonrío mientras tomó mi mano llevándola a su entre pierna. Enseguida desanudó el hilo del pans y los bajó. Estaba muy excitado y no traía calzones.

-¿Te gusta?

No, respondí, lleve mi mano a su pene erecto. Recuerdo que no era muy grande, de hecho ha sido el más pequeño que he tocado. Tomó de nuevo el volante y aceleró. me incline y recosté mi cabeza sobre sus piernas mire sus pies que estaban sobre los pedales del auto. Pisaba con las puntas uno tras otro.

***
No recuerdo el año, pero hacia mucho calor e iba aún a la primaria. Después de esperar los 25 minutos que tardaban siempre, estaba fastidiado y ansioso.

Dos veces sonó el claxon y corrí al auto rojo. Enseguida subí, la mochila la aventé a la parte de atrás y baje el vidrio. Sonaba la estación de radio donde pasan una hora completa de los Beatles. El tráfico a esa hora era insufrible, no avanzábamos mucho, siempre tardábamos como 15 minutos antes de salir a Insurgentes.

-¿Cómo te fue? Pregunto mamá.

-Bien. Respondí en voz baja.

Me harté de mirar como los peatones nos rebasaban. Me dejé caer sobre las  piernas de mi madre. Antes de abrir siempre los ojos y mirar sus pies trataba de adivinar que zapatos  traería. Esa vez eran rosas de tacón alto, apoyaba las puntas, una en el freno y la otra en el acelerador alternaba lentamente.

Su mano tocó mi cabeza,  usando sus dedos para peinar mi copete,  mientras cantaba Mr. Robinson.

-¿Cuántos niños te felicitaron hoy en tu cumple? Preguntó.

-Ninguno. Apenado respondí.

-No te preocupes, del mío tampoco nadie se acuerda. Respondió con un suspiro.

Terminó la canción y no pude contener el llanto, en silencio sollozaba no quería que lo notara.

***

No recuerdo si fueron 10 ó 15 minutos los que estuve en su auto, termino rápido. Bajé del auto en el mismo sitio donde todo empezó.

-Gracias, dijo. Lo miré y antes de que pidiera mi teléfono, cerré la puerta y me fui.



viernes, 25 de marzo de 2011

Alan (antes del anochecer)


1, 2, 3… perdí la cuenta en 17 . Empiezo de  otra vez 1, 2, 3, 4, 5 avanza la manecilla.
3 meses, no puedo sacarlo de mi mente. El mismo miedo desde el primer día, gira en mi cabeza como cocaína. Me inspecciono por cuarta vez en el espejo, no  hay nada fuera de lugar y si lo hay ni lo noto.
Mi casa huele a serenidad y aromatizante lavanda ¡qué asco! En el escurridor la mitad de la bajilla amontonada, un par de vasos mojados, el reloj de la cocina suena como si fuera a desarmarse los dos patos pintados en la base resguardan el tiempo  y la pantalla de vidrio que cuelga a mitad de la cocina se pandea por el aire. 
Harto de hurgar el pasado, me concentro en el futuro, es más emocionante y no duele tanto. Ocho minutos previos a las 7, llegas; siempre lo presiento.  Antes del primer beso ya estoy listo,  te espero así desde las 3.
Guarde mi decencia en algún cajón, la ropa desaparece, sólo a la vista mi calzón que arrastra prendido a mi pie vamos de la cocina a la sala. Olvidamos  subir a mi cuarto y quedamos en el camino.  Miro las pecas que van desde tu pecho hasta tus hombros, no paras de sobar mis piernas. Me penetras despacio, eres el único que puede, respiro antes mientras me besas distrayendo mi cuerpo, jugueteas viendo retorcerme, mi espalda cruje, tu cuerpo se endurece.
Susurros, gemidos, respiraciones profundas otras más de prisa, el barandal de la escalera tiembla, el escalón esta frío, 90 grados de separación, entre mi pelvis y la tuya.
Abro los ojos y veos tus jeans abultados en tus tobillos, mis pies están al aire. El ritmo lo aceleras. Un maullido viene de la cocina, mi gata brinca por la puerta,  nos mira, corre y pasa aun lado de nosotros, puedo sentir su cola que toca mi hombro.
1, 2, 3, esta vez perdí la cuenta en 5. El siguiente minuto ni siquiera cuento. Siempre terminas antes que yo, intencionalmente juegas conmigo, me tocas para verme terminar en tu regazo.


lunes, 31 de enero de 2011

Alí (última semana de noviembre)

Sin que yo te invitara viniste, dos horas antes de amanecer. Llamaste preguntando donde estaba, 20 minutos después subías al 2do piso y tocabas la puerta del 202 en la Roma. De fondo Nude de Radiohead por cuarta vez, la luz tan tenue como la que brindan las candelillas de una iglesia, humo de tabaco flotaba y nos abrazaba.

-Constanza, Isa, Antonio… Dije.
-El es Alí. Señalándolo.

La reunión habitual de cada viernes, los mismos amigos, escuchando casi siempre las mismas canciones, nos adoptamos sin proponérnoslo, compartiendo.

-¿Tu quién eres? Constanza le pregunto. Acercaba su rostro hacia él, ya que todo estaba en penumbra.
-Alí. respondió.
-¿Son novios?
-No.
-¿Pero por qué? ¿No lo quieres?
-Sí
-Y¿ por que no son novios?
-Porque él no quiso.

Yo reí incómodo, le tomé la mano y lo lleve conmigo al sofá. Como siempre puntual , nunca desperdicia una oportunidad, su mejor cualidad. Le abracé y se acomodó en mi regazo.

-¿Cómo estás? Pregunté.
-Bien y ¿tú? Me miró fijando su atención en mis labios.
-Yo muy bien.
-Te extraño. Susurraste.

No tuve palabras para eso, la verdad es que yo no lo extrañaba, aunque mis pensamientos vuelven a él de vez en cuando. Como siempre me sentía como un árbol seco, incapaz de responder a la calidez del verano.

-¿Cómo está tu novio? Le pregunté.
-Bien, como siempre
-¿Te trata bien?
-No.
-¿Quieres que le pegue?  Lo mire con una sonrisa socarrona.
-Mas bien no quiero hablar de eso.

La verdad es que yo sí, me molestaba que estuviera con alguien, no me importaba que siguiera buscándome sabiendo que tiene pareja, no soy una autoridad moral en eso de la fidelidad y él lo sabe. No soporto la idea de que tenga novio, de eso no hay duda.

Acercaba su boca a mis labios, respiraba tan cerca de mi piel, me estremecía. Los demás cantaban esa canción de los yeah yeah yeahs que nos gusta.

Wait... they don't love you like I love you

wait... they don't love you like I love you

maaaaaaaaps.

Me inunde de  nostalgia, tenerte a mi lado, aromas usuales; tu aliento a tabaco, el sudor de tu ropa, tu barba sin rasurar, tus labios partidos, esa forma de mirarme, me tienes como siempre adicto, de nuevo.  Aún teniendo la certeza de que nuestra historia no daría un paso más, seguiremos encontrándonos  en ocasiones para no olvidar y buscar algo de si mismos entre los escombros.

Wait... they don't love you like I love you… empezó a cantar.
Como siempre nuestros abrazos terminan en besos, el camino ya esta marcado, de los bellos en su abdomen  acabaría o más bien iniciaría ese sábado enredado en la nostalgia, entre tus piernas.
(Para Santiago Ch. con cariño)