viernes, 1 de julio de 2011

Aniversario (marzo)



No recuerdo su nombre, ni si quiera tengo la certeza de haber preguntado. Recuerdo que era mayor que yo, como de unos 35 años, con pinta de contador o abogado que había salido de un gimnasio después de su jornada laboral. Con una sudadera gris, unos pans azules y una gorra hacia atrás.
Su auto ya había dado 2 vueltas, me acechaba. Esa noche después de 25 minutos de caminar por esas calles, yo ya estaba casi harto. Esperé a que el semáforo se tornara a rojo para cruzar la calle un auto se detuvo delante de mí.

-Hola ¿quieres venir? Antes de que el vidrio bajara por completo.

Asentí con la cabeza y subí al auto. Unas calles después detuvo el auto en una esquina,  la luz de la calle parpadeaba, luchando por no apagarse. Me sonrío mientras tomó mi mano llevándola a su entre pierna. Enseguida desanudó el hilo del pans y los bajó. Estaba muy excitado y no traía calzones.

-¿Te gusta?

No, respondí, lleve mi mano a su pene erecto. Recuerdo que no era muy grande, de hecho ha sido el más pequeño que he tocado. Tomó de nuevo el volante y aceleró. me incline y recosté mi cabeza sobre sus piernas mire sus pies que estaban sobre los pedales del auto. Pisaba con las puntas uno tras otro.

***
No recuerdo el año, pero hacia mucho calor e iba aún a la primaria. Después de esperar los 25 minutos que tardaban siempre, estaba fastidiado y ansioso.

Dos veces sonó el claxon y corrí al auto rojo. Enseguida subí, la mochila la aventé a la parte de atrás y baje el vidrio. Sonaba la estación de radio donde pasan una hora completa de los Beatles. El tráfico a esa hora era insufrible, no avanzábamos mucho, siempre tardábamos como 15 minutos antes de salir a Insurgentes.

-¿Cómo te fue? Pregunto mamá.

-Bien. Respondí en voz baja.

Me harté de mirar como los peatones nos rebasaban. Me dejé caer sobre las  piernas de mi madre. Antes de abrir siempre los ojos y mirar sus pies trataba de adivinar que zapatos  traería. Esa vez eran rosas de tacón alto, apoyaba las puntas, una en el freno y la otra en el acelerador alternaba lentamente.

Su mano tocó mi cabeza,  usando sus dedos para peinar mi copete,  mientras cantaba Mr. Robinson.

-¿Cuántos niños te felicitaron hoy en tu cumple? Preguntó.

-Ninguno. Apenado respondí.

-No te preocupes, del mío tampoco nadie se acuerda. Respondió con un suspiro.

Terminó la canción y no pude contener el llanto, en silencio sollozaba no quería que lo notara.

***

No recuerdo si fueron 10 ó 15 minutos los que estuve en su auto, termino rápido. Bajé del auto en el mismo sitio donde todo empezó.

-Gracias, dijo. Lo miré y antes de que pidiera mi teléfono, cerré la puerta y me fui.



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